Por Margarita Maira, encargada de Incidencia de Ahora Nos Toca Participar
El proceso constituyente nace de la necesidad de generar una nueva dinámica a nivel de sociedad, una donde todas y todos se sientan integrados. Para eso, desde Ahora Nos Toca Participar hemos articulado organizaciones en todas las regiones del país, promoviendo la participación.
Este momento histórico es tan delicado como fecundo, y en respuesta a ambas cosas la sociedad civil tiene mucho que ofrecer para fortalecerlo. Cuando existe distancia hacia las instituciones públicas, las organizaciones podemos aportar pluralidad (y confianza) a los procesos de toma de decisión política. Así lo hicimos con el Servel y la mesa ampliada que logramos que convocara con sociedad civil para las adaptaciones del plebiscito.
Chile necesita más de estos ejercicios intersectoriales, y necesita también que dejen de ser consultivos y pasen a ser vinculantes; al igual que las manifestaciones en la calle quieren que sus peticiones se materialicen en políticas públicas y menor desigualdad. En este escenario, el Estado debe abrirse a acoger las visiones que vienen de todos los sectores y rincones del país. Por eso, la participación ciudadana seria e incidente resulta tan crucial. Porque en el nuevo pacto social que estamos construyendo como país es esencial romper con la tradicional toma de decisiones entre unos pocos, o corremos el riesgo de generar un (des)acuerdo que contenga los mismos vicios que producen la desafección de la población de Chile hoy. La ciudadanía debe tener un lugar protagónico asegurado.
Promover la participación es también hacerse cargo de que debemos actualizar nuestros sistemas electorales y políticos para dejar de marginar a ciertos grupos, como ocurre hoy. Para el plebiscito, vimos necesario enfatizar en que la decisión sobre si tener una nueva Constitución debía escuchar las voces de mujeres, juventud e infancia, personas mayores, migrantes, personas con discapacidad, la población rural, personas en situación de pobreza, diversidades sexuales y de género, las y los privados de libertad, entre otros. Para garantizar las condiciones que les permitan hacerse parte, había y hay que hacer modificaciones, atendiendo sus necesidades específicas. Desde ANTP preparamos junto a 17 organizaciones aliadas un listado de propuestas concretas para hacer un plebiscito inclusivo, muchas de las cuales esperamos se puedan implementar en las elecciones de abril.
Ampliar los mecanismos de voto en Chile es fundamental para garantizar la participación de todos y todas, cosa de que nunca más haya personas con derecho a sufragio que no puedan ejercerlo. Los casos Covid positivo que no pudieron ir a sus locales de votación nos alertaron de una realidad de la cual como país debemos hacernos cargo: las personas privadas de libertad que no tienen cómo votar en Chile pese a estar, muchas de ellas, habilitadas para hacerlo. Asimismo, nos parece relevante que actores tan importantes de la vida política como son las y los secundarios tengan la oportunidad de decidir quiénes escribirán la Constitución que regirá en toda su vida adulta. Y lo más importante de todo: comprendiendo la importancia de que las personas de todo el país puedan sentirse y hacerse parte de esta nueva Constitución, es fundamental que la participación ciudadana activa e inclusiva quede en el reglamento de la Convención (¡y en el presupuesto!), tal como ya lo hemos señalado junto a una amplia red de organizaciones sociales y academia.
La legitimidad de la nueva Constitución, a ojos de la ciudadanía, es directamente proporcional a la capacidad de agencia que cada persona perciba que tiene en este proceso. Y eso solo se logra con mecanismos de participación ciudadana, ojalá vinculantes.